viernes, 3 de diciembre de 2010

África: la primera epopeya del Siglo XXI (5)


La llegada al país del destino no siempre es la meta: esperan muchos contratiempos en la mayoría de los casos, aunque siempre hay personas dispuestas a ayudar en situaciones difíciles.

III) LA LLEGADA

Cuando piensas que has llegado
finalmente a tu destino,
aún te quedan los más duros obstáculos:
las barreras que los hombres levantaron
para hacer seguras las fronteras
y mantener lejos de su espacio
a quienes nacen en otros países.

He visto tus ropas y tu carne
hechas jirones en las alambradas,
quedando en unos casos malherido
y en otros muriendo lentamente,
cuando apenas te quedaban unos metros
para llegar a la tierra
que soñabas alcanzar.

Otros, que tuvieron más fortuna,
en la ruleta rusa de saltar la valla,
se enfrentan con las fuerzas que vigilan,
en un desesperado intento de escapar.
Y el final siempre más previsible
es acabar en un furgón de policía
que te traslada a un centro de acogida,
en espera de la repatriación.

Al menos al terminar la travesía,
puedes tomar un plato caliente
y apagar tu sed con agua dulce,
combatiendo el frío con las mantas
que te prestan voluntarios que te auxilian…
A veces aquellos que vigilan
se conmueven ante tanta suerte adversa
¡Qué imagen más reconfortante
la del guardia civil que recogía
al pobre naufrago hipotérmico,
dándole calor humano con su abrazo!.

Sin duda quedan muchos hombres sencillos
que recuerdan historias que contaron
quizá sus padres, tíos o hermanos,
que en otro tiempo tuvieron que emigrar
y el pueblo llano se acerca al desvalido
para darle agua, mantas y alimentos,
viendo en ti al ser que sufre,
lejos de su tierra y su familia.

Algunos tendrán presentes las palabras
que leyeron en el Libro Santo:
“Si algún forastero viniere a vuestra tierra
y morare de asiento entre vosotros,
no le zaheriréis, sino que vivirá entre vosotros
como natural del país,
y le amaréis como a vosotros mismos,
porque también vosotros fuisteis
forasteros en la tierra de Egipto.”

José García Velázquez

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