lunes, 29 de noviembre de 2010

África: la primera epopeya del Siglo XXI (3)


Tras la introducción del poema, vienen ahora unos versos sobre la situación de partida de muchos de los inmigrantes, sobre todo los subsaharianos.

I) LA MISERIA: PUNTO DE PARTIDA

Vas a dejar la aldea o la ciudad
donde han vivido desde hace siglos
tus antepasados por generaciones innumerables,
cuyo recuerdo se pierde en el tiempo
y no son capaces de rememorar
ni los más ancianos del lugar.

¿Qué te impulsa a dejar atrás
todo lo que te rodea y que conoces,
para vivir una aventura incierta,
plagada de interrogantes y peligros,
que pueden llevarte hasta la muerte?
¿Será la guerra que te amenaza
durante el día y mientras duermes?

¿Quizá la miseria o la hambruna,
la falta de trabajo y de lo mínimo
que un hombre precisa para vivir
y mantener dignamente una familia?
¿O quizá te ha seducido el engaño
de las imágenes de un mundo idílico
que difunden las cámaras perversas
de las películas y las series de televisión,
presentando de modo truculento
las formas de vida de nuestros países,
donde aparecen quienes tienen más recursos
y ocultan las realidades más penosas
de los que luchan por sobrevivir,
los parados, los drogadictos, los sin techo?.

Quienes comparten las penurias de tu vida
quizá envidien tu arrojo y decisión:
para ellos serás una especie de héroe
que tuvo más valor para lanzarse,
-como siempre, se ve bajo el aura
de un tardío romanticismo,
a quien arriesga el todo por el todo-
para iniciar una nueva existencia.
Padres y hermanos, familiares y amigos,
recogen lo poco que han podido ahorrar
para pagar el precio de un viaje
que parte de la esperanza en un futuro,
sin saber cual será el punto final.

Desde el día que abandonaste el hogar,
te sumaste a una ruta de esforzados
a través de los más inhóspitos terrenos,
de inmensos arenales del desierto,
hasta llegar a los países que limitan
el mapa de África y el mar,
que es el último y terrible obstáculo geográfico
que se opone a que alcances
la tierra que deseas en tus sueños.

Mientras esperáis en esos países,
os he visto a algunos de vosotros
cavar fosas en los áridos terrenos,
para conseguir unos mínimos ingresos
que os permitan apenas malvivir.
¡Qué trabajo tan lleno de crudeza,
estar cavando, tal vez, tu propia tumba!

José García Velázquez

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