miércoles, 17 de noviembre de 2010

Acantilados en Galicia



Quienes somos de zona de Meseta, acostumbrados a los paisajes con amplias llanuras, nos impresiona la belleza de los acantilados y la costa escarpada de las Rías Altas de Galicia. En ambas zonas es digna de admiración la belleza de las gentes y del paisaje.

El dibujo de la llanura es de MODESTO HERRERA.

DEL HOMBRE Y EL PAISAJE

La suavidad de las llanuras de Castilla
de cereal dorado y lejano horizonte,
de amplias extensiones que busca la mirada,
apenas interrumpidas por algún otero,
forman parte profunda de mi vida
de mi forma de ser, de mi existencia.

Días tranquilos, de transcurrir sereno,
que para algunos sería monotonía,
aparentemente sin brillo y sin relieve,
dominados por la calma y el silencio.

¡Qué contraste con los paisajes bravos
de las costas esculpidas por el mar!
La fuerza de las aguas con el tiempo
hizo de los montes acantilados desafiantes
y modela los entrantes y salientes
como el dolor y las penas a las almas.

La fuerza de las corrientes submarinas,
que no se aprecian aunque abras bien los ojos,
son como las emociones inconscientes
con el ir y venir del oleaje.

El mar y los acantilados de las costas,
las inmensas llanuras que dominan la meseta:
son figuras de la vida del alma
que va tomando forma con el tiempo:
periodos de calma, reflexivos,
en los que ir creciendo para adentro,
y periodos de lucha y retroceso,
que modelan el carácter con su empuje.

De los dos necesito, con los dos intento
ser cada día más hombre,
aunque duela al retorcerse las entrañas,
como placas tectónicas de la mente
que al moverse provocan terremotos,
y en los periodos serenos
me asalte la rutina.

José García Velázquez
Segovia 30 de agosto de 2.007

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