La Casa Mudéjar y el Fogón Sefardí

Como Segovia está cargada de historia, pues pasan estas cosas: quieres hacer un restaurante...y te encuentras con artesonados judíos, restos romanos,...
Sobre esto va el poema, que acompaño con fotos que me cedió RAQUEL CALVO.

HISTORIA, ARTE Y COCINA EN SEGOVIA
(Dedicado a los amigos del Fogón Sefardí)

El poso que han dejado
al paso de los siglos
en los tiempos pasados
quienes aquí han vivido,
permanece aún oculto,
aunque no esté perdido,
dormido en lo profundo
del solar construido.
Hace falta el valor
de personas sensibles
que arriesgan con tesón
para hacerlo visible
y entonces aparece
como gran aliada
la fortuna, que ofrece
su ayuda a quien la avala,
tal como se refleja
en el caso feliz
de la Casa Mudéjar
y el Fogón Sefardí.
El alma se recrea
tras dulce sobresalto
al mirar con sorpresa
los baños romanos
que permiten saber
de los antepasados,
haciendo renacer
con ellos nuevos lazos.
Sentimientos de paz
en el ser se perciben
al poder disfrutar
la vista del aljibe;
ambiente de reposo
y atmósfera serena,
en las entrañas del pozo
el silencio nos llena.
Con el sencillo y parco
material de ladrillo,
admiramos los arcos
que en el sotanillo

se conservan intactos,
prueba de solidez
de quienes su trabajo
sabían hacer bien.
A nivel de la calle,
apenas has entrado,
al encuentro te sale
el granítico patio
de arte renacentista,
que te deja extasiado
admirando al artista
que realizó el trazado,
hermosa realidad
que ofrece a sus paisanos
el poder disfrutar
del patio segoviano.
Ocultos bajo el techo,
de todos olvidados,
vivieron en el tiempo
los tesoros arcanos
que han sido descubiertos:
bellos artesonados
que hoy vemos
con su policromado
regalo a quien se acerca
al comedor, buscando
sus sabrosas recetas,
o en la cama descanso.
Todo este conjunto
revive con los años
despertando un profundo
afecto en quienes vamos
por costumbre social,
que por aquí se estila,
buscando el buen yantar
en buena compañía,
con los vinos y platos
de la buena cocina,
con guisos inspirados
en recetas judías.

José García Velázquez
Segovia, 1 de julio de 2006